miércoles, 20 de octubre de 2010

La chica del clima 2


Ellos dicen: “Inestable”.
Quieren decir: “No tenemos ni idea de cómo va a estar mañana, las posibilidades de que llueva, nieve o truene están 50-50 y somos medio cagones asique no nos animamos a arriesgarnos por un pronóstico por miedo a que nos salga el tiro por la culata y la gente nos termine linchando con antorchas y tridentes a la hora de la salida en la puerta del canal”.

martes, 19 de octubre de 2010

Color esperanza

Esta semana, luego de largas charlas y discusiones familiares, comenzamos a pintar la oficina.
Una de las tantas problemáticas que surgieron fueron los colores. Gracias a nuestro piso cerámico de color amarillo con manchas naranjas, tuvimos que limitarnos a esos colores.

Llegue un día por la mañana y las 5 latas estaban sobre una mesa junto a una cartilla de colores que nos prestaron en la pinturería. Probamos los colores en una pared y no resultaban demasiado convincentes. Yo creo que los mejores colores para una oficina son los azules, celestes o grises. Y ahí tenía 5 tonos de naranjas (color “piel”) uno más extraño que el otro. Todos acordamos en cambiar 1 color, tratar de oscurecerlo hasta que quede marrón chocolate ya que comprar otra lata nueva era un desperdicio.

Fui yo hasta la pinturería, con la lata de 4 litros de color piel a intentar convertirlo en marrón chocolate. Después de mucha charla y chamullo por parte del vendedor, le dije que lo oscurezca lo más posible. Se fue, le agrego negro con una maquina, volvió e hizo una prueba en un papel para que vea el cambio. Unas 3 o 4 veces repitió la operación. Cerca de una hora estuve esperándolo.
Cuando ya no podía seguir agregándole más colorante, me mostro la prueba final: Cartón. Era un marrón muy raro, feo. “Lo llevo y lo pruebo en la pared” dije no muy convencida.
Mientras el vendedor iba a buscar su formulario para facturar, una señora de 70+ se me acerco, miro la prueba de color en el papel y me dijo “¡Ay! ¡Qué hermosos colores para una habitación!”. Me vi obligada a poner mi mejor cara de boluda y decir lo primero que se me ocurra: “…Es para una oficina”. Pareció deprimirse pero se recupero rápido “Bueno, igual, ¡Son divinos!”. Sonreí y mire hacia otro lado, antes de que dijera nada mas.

Esto fue hace 2 días y aun no probé el color en la pared. Tengo miedo de abrir la lata y recordar cuan horripilante era el color. Tan feo es, que no tiene ni nombre ni número para identificarlo en la cartilla.

Si queremos lata nueva, tenemos que hacer buena letra con el Jefe.
No perdamos las esperanzas.

jueves, 14 de octubre de 2010

La chica del clima

Hace un tiempo me propuse cambiar las persianas de mi departamento. Llame, pedí presupuestos, señé y los persianeros quedaron en llamarme cuando las tuvieran listas.
El martes pasado me llamaron y surgió la conversación:

Persianero: ¿Podríamos pasar el jueves?
Yo: Si, por mi no hay problema pero creo que va a llover. No sé si se te complica trabajar con la lluvia.
P: No creo que llueva, pero igualmente no me complica en nada, nos las ingeniamos.

Hoy, mientras les abría la puerta y entraban las cosas me dijeron “Al final, tenías razón, está lloviendo… capaz te llame cuando se acerque un fin de semana largo para preguntarte sobre el clima”
No quise arruinar el momento diciéndole que en todos los noticieros estuvieron anunciando desde el domingo pasado que este jueves iba a llover.

Y después hay gente por ahí diciendo que la televisión no sirve para nada.

lunes, 4 de octubre de 2010

Pequeños grandes cambios

Cuando tenía 14 años, empecé el año escolar en un nuevo colegio. Recuerdo que no quería cambiarme, quería quedarme en mi viejo colegio con mis amigas. Aun así, mi madre me cambio.

Pase de un colegio de clase media-baja a otro de clase media-alta. Todos mis compañeros me advirtieron que era el típico colegio de “Chetos” y que, quizás, iba a recibir mucho rechazo por mi lugar de procedencia.
Como pude, me adapte. Encontré un grupo de chicas con quien charlar y descubrí lo obvio: el nivel de educación era muy superior. Y los estereotipos eran muy distintos también: Si en mi viejo colegio te sacabas un solo 10, ganabas el título de “Traga” (Mi caso), si tenias alguna acción cortes con algún/a profesor/a te llamaban “Chupamedias” sin pensarlo dos veces. En el nuevo colegio, la chica más popular tenía 10 en cada una de las materias y era la alumna favorita de cada profesor, y el titulo de “Traga” o “Chupamedias” se lo dejaban a los que, eran invisibles ante los demás (Presente!).

Al terminar mi primer año allí, mis amigas (del viejo colegio, las únicas 4 que tenía) organizaron una cena y me invitaron. El tan esperado día, nos pusimos al tanto de las últimas novedades durante la cena. Ellas me contaron que Yanel (Una chica que se había ganado fama de roba-novios) estaba cambiando, ya no se interesaba por sacarle el novio a nadie después de una broma que le hicieron.
Casi les suplique, mientras comíamos helado, que me contaran cual fue la broma.
La anécdota es más o menos así:
A una de ellas (la dueña de la casa donde estábamos) le gustaba un chico, pero aun no había pasado nada. Yanel se entero e intento conquistarlo. Y sí, lo consiguió una tarde justo a 2 metros de la casa de esta chica (con intenciones de que ella los vea y se ponga mal pero por suerte no estaba en la casa). La madre de la chica (sabiendo todo) se quedo observando por la ventana hasta que el chico se fue y Yanel quedó sola. Fue entonces cuando salió a la vereda con cara de horror y le dijo “Hola Yanel… disculpa que me meta pero… ¿vos te lo tranzaste al pibe ese? Porque todo el barrio sabe que él tiene SIDA. Yo que vos, me voy volando a la guardia del hospital” Luego de escuchar esas palabras Yanel se puso muy nerviosa y se fue lagrimeando aparentemente a su casa.
Todos en la mesa, dejaron de comer helado unos momentos para estallar de risa. Los abuelos de la chica, la madre, el novio de la madre, el primo, ella y las otras tres chicas. Todos reían, mientras me limitaba a sonreír débilmente y aguardar por el chiste.
Una de las chicas notó mi cara rara y me dijo “No te asustes, mira que después le aclaramos que era joda”. Ok, genial, el chiste ya pasó y yo me lo perdí. Tomé valor y les aclare que no entendía bien la anécdota. “¡Ay Manzana! ¡Ella se lo tranzo y le hicimos creer que tenía SIDA! ¿Que no entendés?”

Tuve que hacer un esfuerzo sobrenatural para ocultar mi cara de horror, reírme falsamente y poder decirles “Ah, sí, jajá, se la re creyó”.
Todos los allí presentes, desde los abuelos de 70 y tantos hasta el primito de 9 años, creían firmemente que el VIH/SIDA se transmitía con solo besar.

Díganme traga, chupamedias, nerd. Aquella noche yo tenía una solo cosa que decir:
Gracias mamá por cambiarme de colegio.